Esta técnica del strobing, básicamente, trata de acentuar las áreas más prominentes del rostro; áreas donde usualmente rebota la luz. Esto da la impresión de que tenemos pieles más jóvenes y saludables. La técnica suele verse más natural en comparación con el contouring e incluso puede convertirse en una adicción al maquillaje ligero en los días de ajetreo. Existen tres maneras para aplicarla en tu rostro:
#1. Para un acabado matte, puedes utilizar un brillo en polvo; nuestro favorito es “Opal” de Becca Cosmetics. Es súper pigmentado, pero a su vez añade un brillo sutil que mezcla muy bien con la piel, pero es lo suficientemente visible. Este lo aplicas luego de sellar la base con tu elección de polvo.
#2. Para un acabado más satinado, puedes utilizar un brillo en crema; en este caso compartimos el Chubby Stick de Clinique. Es aún más sencillo de usar, ya que lo pones como un crayón y luego lo difuminas. Este no es tan notable como el polvo, pero el acabado es mucho más natural.
#3. Este último es un brillo en crema de Rimmel London; el Good to Glow es una crema con un poco de bronceado que al colocarlo en la piel se mezcla con tu tonalidad. Recomendamos que mezcles con tu base y lo apliques en el rostro, enfocándote más en las áreas que quieres iluminar. Luego, sella con un polvo ligeramente, excluyendo esas áreas claves – de esta manera no opaca el brillo de las mismas. Esta técnica es la más sutil de todas, recomendamos que hagas uso de ella en tu rutina diaria.